Sánchez se prepara para afrontar dos años críticos fortaleciendo su liderazgo en España | EL PAÍS
Este miércoles, alrededor de las 17:00, la distancia entre Madrid y Davos superaba holgadamente los 1.800 kilómetros que separan por carretera la capital española de la pintoresca estación de esquí en los Alpes suizos, donde anualmente se congrega toda la élite económica mundial. En España, la preocupación sobre la continuidad del Gobierno era palpable en diversos sectores. La alianza entre el PP, Vox y Junts había logrado derribar un decreto ómnibus fundamental que incluía el aumento de las pensiones, la extensión de las ayudas al transporte público y un amplio escudo social, además de otras medidas negociadas con distintos grupos de la mayoría, como la entrega al PNV de un edificio en París que había sido confiscado por la Gestapo en 1940 al Gobierno vasco en el exilio. En Madrid, la coalición que había llevado a Sánchez a la presidencia parecía desmoronarse. Sin embargo, en Davos, el presidente se encontraba reunido con la cúpula del Ibex 35, y nada en esa sala sugería que estaba en riesgo de caer.
Al contrario. Pocos días antes, el sábado, Sánchez había dado el golpe de mano más relevante en el mundo del poder económico de todo su mandato, al promover la salida de José María Álvarez Pallete como presidente de Telefónica y alentar, de forma pactada con otros grandes accionistas de la compañía como La Caixa y los saudíes de STC, el ascenso de Marc Murtra, un hombre de confianza del Gobierno que viene de presidir Indra, una empresa con casi un 30% de participación del Estado. Según varios dirigentes del Ibex 35 consultados, todos habían entendido ese mensaje de autoridad, que si algo demuestra es que Sánchez no está de salida. “Si la pregunta constante a la que nos enfrentamos es cuándo cae este Gobierno, creo que lo de Telefónica es una muestra evidente de que estamos tomando decisiones a largo plazo y aquí nadie está de salida. Vamos a agotar el mandato se pongan como se pongan”, admite un ministro. Otro señala que el movimiento es también una apuesta estratégica de defensa de las compañías españolas, que están relativamente baratas para grandes inversores internacionales como el fondo saudí, y de hecho en el decreto que se ha tumbado hay un escudo anti opas pensado para estos riesgos.
Aunque algunos de esos dirigentes del Ibex 35 son críticos en privado con el movimiento en Telefónica, muy reprochado por el PP, nadie niega que el mensaje de autoridad ha sido muy claro. El mundo económico, no solo el político, lo ha entendido así, señalan los consultados. El PP, en especial José María Aznar, siempre usó la participación pública en algunas empresas estratégicas para colocar a personas de confianza en las cúpulas para vincular la estrategia de política económica con la empresarial y entrar también en el poder económico, cada vez más relevante y con derivadas también en el mediático. José Luis Rodríguez Zapatero, sin embargo, apenas lo hizo. Sánchez ha decidido dar ese mensaje claro, hasta el punto de que fue su persona de máxima confianza en asuntos económicos, Manuel de la Rocha, quien ejecutó la operación en una reunión en su despacho en La Moncloa en el que se anunció a Pallete que los principales accionistas allí reunidos, entre ellos el propio Gobierno, que tiene un 10% a través de la SEPI, habían decidido que no iba a renovar su mandato.